Los Buitres

RICARDO ROJO
Lunes, 18/enero2015

El presente no es un artículo dedicado a esas aves rapaces del orden de los falconiformes, que se alimentan de animales muertos o que cazan presas vivas para alimentarse; tampoco es una referencia a esa banda musical sinaloense, famosa en aquella región por la apología -con mala letra pero realista- de la violencia institucional y de los narcos, cuyos temas “Los poderosos”, “El bofle de los buitres” o “Extinción masiva” alcanzan hasta 7 millones de visitas en youtube. El artículo habla de otros buitres.

La delirante campaña de desprestigio contra el Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI), que investiga la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, tiene una historia, un fondo criminal cuyo origen son las agrupaciones fascistas del continente, simpatizantes del exterminio de luchadores sociales y para impedir la verdad se unifican para defender a sus miembros.

El viaje, a la ciudad de México, del coronel colombiano retirado Luis Alfonso Plazas Vega (excarcelado el  16 de diciembre de 2015), quien dictó una conferencia el 12 de enero de este año en la Facultad de Derecho de la Universidad La Salle, tiene que ver con esos buitres que siguen operando desde las alturas del poder, en cada país de américa latina donde el movimiento social representa una amenaza para sus intereses políticos, económicos y militares.

No es casual, entonces, que un militar corrupto, torturador y asesino, condenado a 30 años de cárcel por una de las integrantes del GIEI cuando fue fiscal en su país, llegue a México y haga campaña en favor de las instituciones militares, se declare inocente de sus crímenes, se diga perseguido, y luego se lance contra la abogada Ángela Buitrago y la descalifique diciendo “es experta (pero) en crear testigos falsos, montajes y pruebas prefabricadas” (Revista Impacto,17/enero/2016). Un costoso show para apoyar la determinación del Estado mexicano, de no permitir que el GIEI interrogue a los militares que participaron en los hechos que culminaron con la desaparición forzada de los 43 normalistas.

La historia de los buitres, que se apoyan mutuamente para defender sus causas fascistas, viene de los años setenta del siglo pasado con la Operación Cóndor; un plan de exterminio de luchadores sociales en todo el continente, ideado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. El propósito del Plan Cóndor fue y probablemente siga siendo, pero con otro nombre y otras estrategias, “la recolección, el intercambio y el almacenamiento de datos de inteligencia relacionados con los activistas de izquierda, los comunistas y los marxistas, con el fin de eliminar a los terroristas y sus acciones en la zona.” (La Operación Cóndor, Esteban Cuya, Investigador del Centro de derechos Humanos de Nuremberg).

El coronel Luis Alfonso Plazas Vega es una criatura de aquel Plan; fue formado en escuelas militares de EEUU como especialista en armas blindadas en Fort Knox, Kentucky, en la base aérea de Lackland, Texas y en el Colegio de Comando y Estado Mayor de Fort Leavenworth, Kansas. Su talante criminal se vio expresado al aplicar las órdenes de su suegro, el general Miguel Vega Uribe, otro buitre, ministro de defensa de Colombia en 1985 y fundador de la temible Triple A (Alianza Americana Anticomunista) al retomar, a bombazos, el Palacio de Justicia ocupado entonces por los guerrilleros del M-19. El saldo fue de 98 muertos y 11 desaparecidos.

Quienes trajeron a México al coronel Alfonso Plazas para atacar al GIEI, contaron con el apoyo y la complacencia del gobierno y de la cúpula castrense para deslegitimar las investigaciones del grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero también para apoyar al secretario de la defensa nacional, general Salvador Cienfuegos, quien declaró desafiante: “no puedo permitir que interroguen a mis soldados, ¿qué quieren saber?” (sin embargo/6/octubre/2015), cuando precisamente lo que quiere el pueblo de México es que los militares declaren lo que saben y lo que hicieron.

La criminal Operación Cóndor de los años 70 y 80 asesinó a 50 mil personas, desapareció a 30 mil y encarceló a 400 mil. (La metamorfosis de la Operación Cóndor, Jesús Chucho García, América Latina en Movimiento, 4 de septiembre de 2015); los responsables de tales crímenes de lesa humanidad fueron miembros del ejército y dictadores en sus respectivos países. Alfredo Stroessner en Paraguay, Hugo Banzer en Bolivia,  Augusto Pinochet en Chile, Jorge Rafael Videla en Argentina, Miguel Vega Uribe en Colombia, Anastasio Somoza en Nicaragua, Alfredo Ríos Mont en Guatemala, etc.;  y sus crímenes han permanecido impunes, lo que permite a las fuerzas armadas en toda América Latina erigirse en instituciones intocables a riesgo de perpetrar golpes de Estado y asonadas.

El coronel Luis Alfonso Plazas dijo en su conferencia que “una de las características de la guerra que se está librando en este momento en Latinoamérica; ya no es una guerra de carácter político interna, es una confrontación entre dos sistemas. Entre el sistema democrático (burgués) y el sistema comunista (democrático)  que quiere ser implantado a la brava eliminando a los ejércitos latinoamericanos”. Mas claro ni el agua embotellada; los que han implantado “a la brava” sus políticas en cada país son los que se erigen en dueños del mundo y hacen con la vida de los pueblos lo que se les antoja; lo que hacen los pueblos y sus líderes sociales solamente es defenderse, muchas veces “a la brava”, porque no les dejan otro camino. Eso es lo que están haciendo los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, acompañados de personas dignas y honestas como el grupo que conforma la GIEI y miles de ciudadanos , aunque los buitres quisieran verlos inmóviles, o muertos, para devorarlos.

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