La explotación de minas que extraen cobalto y cobre para baterías recargables ha llevado a desalojos forzados y violaciones de los derechos humanos, incluyendo agresiones sexuales, en la República Democrática del Congo. Este factor, impulsado por las llamadas tecnologías de energía limpia, ha destruido millones de vidas congoleñas, que ya llevan años sufriendo la explotación por parte de grandes empresas capitalistas a nivel internacional.

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La explotación humana y ambiental sirve de base para la existencia del capitalismo, ya que sin ella el sistema no puede desarrollarse ni garantizar la existencia de su clase dominante, la burguesía. Según la lógica de la propiedad privada, la burguesía explota y controla al proletariado nacional e internacional, aumentando sus ganancias en miles de millones, mientras que los trabajadores solo ven ajustes salariales periódicos para seguir la inflación. En la República Democrática del Congo, empresas privadas estadounidenses como Apple, Google, Tesla y Microsoft obtienen beneficios diarios a través del trabajo infantil y mal remunerado realizado por la mano de obra congoleña.

La necesidad de la industria tecnológica de cobre y cobalto se ha vuelto más evidente en los últimos años, a medida que la ola de energía renovable se ha convertido en una alternativa para frenar los daños ambientales irreversibles causados por la explotación extensiva de la naturaleza. La combinación de estos metales con otros resulta en una aleación resistente que se encuentra principalmente en las baterías recargables de teléfonos celulares, automóviles y otros dispositivos electrónicos. Actualmente, la República Democrática del Congo tiene las mayores reservas de cobalto del mundo y la séptima mayor de cobre.

A pesar del discurso ecológicamente sostenible, la lógica capitalista sigue al pie de la letra su principal método de reproducción: trabajo esclavo, bajos salarios, condiciones laborales degradantes y devastación ambiental. En un informe publicado en septiembre de 2023, Amnistía Internacional denunció graves violaciones a los derechos humanos, especialmente de niños y mujeres, con informes sobre colapsos en minas y túneles, salarios miserables de uno o dos dólares al día, violencia sexual, física y mental.

Además, la expansión de las minas se lleva a cabo mediante la intimidación y amenazas para que la población abandone sus hogares. "El conflicto y la escalada de la violencia han provocado un número récord de 6,9 millones de desplazados internos en la República Democrática del Congo", según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Agnes Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, advierte que "los desalojos forzados que ocurren mientras las empresas buscan expandir proyectos mineros de cobre y cobalto a escala industrial están destruyendo vidas y deben detenerse ahora".

El silencio de los grandes medios nacionales e internacionales al respecto es tan ensordecedor que nos hace estar seguros de que hay un interés mayor en mantener estos eventos bajo la alfombra. El capitalismo no quiere que las personas sepan que están siendo explotadas, y diariamente, la ideología burguesa se empuja a nuestros cerebros para hacer que veamos nuestra explotación y la de nuestros contemporáneos como algo común e incluso necesario.

Refugiados congoleños en Angola

Debido a la propaganda europea que promete una buena vida, empleo y salarios decentes, muchos congoleños viajan a Angola para ser una vía migratoria hacia Europa. Pero la decepción comienza antes de que viajen. En una conversación con una residente de Luanda, la capital de Angola, ella informó al periódico A Verdade que "ellos [los congoleños] aceptan someterse a situaciones miserables, hasta el punto de quedarse sin comer, todo esto para reunir dinero y llegar a Europa. Las cosas se volvieron mucho más complicadas desde que aumentó el número de congoleños en Angola".

"Sabes el tipo de trabajo que nadie acepta hacer. Ellos lo hacen. Son capaces de vivir en un espacio minúsculo con 8 o 9 personas debido a los ingresos. Usan la misma ropa durante días y comparten esa ropa para no gastar dinero".

Los medios de comunicación africanos informan poco sobre los eventos en el Congo debido a sus conexiones con empresas y países capitalistas. "No solo las empresas, sino los países imperialistas hacen esto y la única forma en que el pueblo africano puede obtener información de este tipo es a través de las redes sociales, lo cual es un poco peligroso", concluye la informante.

El imperialismo ha robado los recursos de los países africanos, su riqueza y ha impedido la autodeterminación de los pueblos, y ahora intenta vender, a través de falsas promesas, la solución a los problemas que él mismo creó. La masacre al pueblo congolés es solo una de las herramientas para mantener el capitalismo. Por lo tanto, para evitar que las empresas capitalistas continúen saqueando los países africanos, ofreciendo salarios bajos a su gente y utilizando la producción proletaria para promover su sistema fallido y contradictorio, se necesita un cambio drástico en el modo de producción, de manera que esta lógica sea reemplazada por una verdaderamente justa y sostenible, la del sistema socialista. 

Artículo de Averdade traducido al español